EL CRISTAL SOPLADO
El vidrio, origen del cristal, es
un material que se conoce desde tiempos remotos. Ya se utilizaba en las
culturas griegas y romanas y por su belleza se sigue utilizando en nuestros
días.
Algunos sostienen que la obtención
del cristal se consiguió de manera fortuita, en algún proceso de alfarería,
pues las bases del vidrio son minerales: sílice, potasa o sosa, y también
cuarzo, potasa y cal. Lo que conocemos por cristal, no es más que el vidrio al
que se ha añadido óxido de plomo. Todo esto fundido en hornos cuyas
temperaturas superan los 1.200 grados centígrados. Antes de esta fusión, pueden
añadirse óxidos metálicos y colorantes,
según el tipo de cristal que se desea obtener. Parece increíble, casi alquimia,
que la fusión de estos elementos puedan formar una sustancia tan dura, frágil y
transparente como el cristal.
Hasta la invención de los moldes
y las prensas, el cristal se trabajaba todo a mano, mediante un curioso proceso
que aún se practica, pero solamente para la creación de piezas muy especiales e
importantes, cuyo precio es elevadísimo.
Los maestros cristaleros
necesitaban de una pericia extraordinaria y de un aprendizaje largo y paciente
para lograr las maravillas que ha
poblado muchos siglos del arte del cristal.
De la boca ardiente de los hornos
y crisoles, a temperaturas, que como hemos visto eran infernales, extraían con
unos caños de hierro, llamados precisamente cañas, la cantidad exacta de masa
fundente que necesitaban para crear las piezas. Las cañas permitían soplar, y
mediante el aire que salía de la boca del cristalero, iba dando forma la pieza,
que en principio no eras más que una fina burbuja, solo con la ayuda de unas
tenazas para cortar la masa en el momento oportuno, sin colocarla en ningún
tipo de molde.
A su lado, un ayudante estaba
atento por si, con unas tijeras especiales, había que retirar alguna gota
sobrante de la masa. Si la pieza llevaba asas o adornos, otros maestros
cristaleros lo hacían aparte mientras se realizaba la pieza principal porque
había que colocarlos en caliente. Después de realizado todo esto, se pasaba a
un horno de recocido, procurando que la pieza no entrase en contacto con la
temperatura ambiente.
Ver trabajar a estos artesanos,
que todavía existen en algunos talleres de la provincia de Madrid, Barcelona,
Mallorca y Murano ( Italia)es cosa
admirable con la destreza que manejan esa masa semisólida y ardiente que sale
de los hornos, en una labor de extraordinaria dureza e indudable maestría.
El cristal sigue siendo insustituible
en la vida diaria, aunque otros materiales hayan ocupado su lugar en numerosos
enseres de la casa y el uso industrial. Es un material noble y limpio, de
belleza incomparable, que además admite el pintado y el tallado, llegando a
crear objetos maravillosos.
Hoy todo el cristal que
utilizamos se crea de manera industrial. Sin embargo, un buen vino en una copa
de buen cristal es uno de los placeres más exquisitos que el hombre puede
gustar
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